Cada sábado Mario Pineda Arboleda repartía gratuitamente el periódico La Razón. Un semanario del que era director y que apenas tenía cuatro hojas, pero que por sus investigaciones se había ganado el respeto del pueblo de Sevilla, Valle del Cauca.
A Mario Pineda lo asesinaron el cuatro de noviembre de 1983. En el último mes habían sido asesinadas otras nueve personas en Sevilla. Aunque nunca se supo con certeza quiénes fueron los autores del crimen, se rumoraba que sus tajantes críticas habrían detonado todo.
Con 43 años Pineda había logrado tener un semanario en el que realizaba denuncias sobre irregularidades de la Alcaldía, Tesorería, Concejo Municipal y demás entidades municipales. Ventilaba con nombre propio, detalles y pruebas la corrupción de las instituciones de Sevilla. El último número del semanario, que salió días después del asesinato de Pineda, estuvo dedicado a denunciar clientelismo en el Concejo.
Más que un periodista
El pueblo de Sevilla lloró la muerte de Pineda, pues se había destacado no solo por su periodismo crítico, sino también por ser un ciudadano ejemplar. Era presidente de la liga de atletismo, tesorero de la Junta Municipal de Deportes, fundador del centro cultural José Martí, directivo del grupo ecológico de Sevilla y coordinador zonal de Alcohólicos Anónimos. El día de su asesinato Pineda terminaba de organizar una maratón para ese fin de semana, y luego se dirigiría hacia el centro cultural para ultimar detalles sobre un concurso de cuento local.
Pineda llegó al periodismo luego de tener un café en el centro de Sevilla. De forma autodidacta y orgánica decidió organizar el semanario La Razón, para seguir sirviendo a la ciudadanía.
La investigación
El Tiempo y Semana documentaron, en su momento, que un mes antes del asesinato del periodista, este había sido citado por el comandante de la Policía de Sevilla. Aparentemente, el uniformado le habría pedido explicaciones sobre una investigación por prevaricato en la que el comandante se veía involucrado y que se publicaría en La Razón
La investigación fue archivada y el homicidio de Pineda quedó en completa impunidad. En principio habían sido vinculados dos capitanes de la Policía, sin embargo, luego fueron retirados de la investigación.
Aunque el caso de Pineda no haya tenido respuestas, desde la FLIP no queremos olvidar el impacto del trabajo periodístico que tuvo en Sevilla el semanario de Mario Pineda. Gracias por recordar con nosotros.
En las últimas horas del miércoles 1 de agosto los periodistas Valentín Tezada y Jairo Calderón fueron asesinados en Cauca y Valle del Cauca. El periodismo del suroccidente del país perdió dos voces en una misma noche.
Valentín Tezada Rúa se desempeñaba como locutor en la emisora comunitaria Salvajina Estéreo, del municipio de Suárez, Cauca. Desde hace más de trece años, Tezada trabajaba como comunicador en el municipio. Harold Ambuila, director de Salvajina Estéreo, afirmó a la FLIP que el locutor trabajaba en programas musicales.
Jairo Calderón Plazas era el director de la revista digital Contacto. El medio es una guía comercial y cultural del municipio de Tuluá, Valle del Cauca. Años atrás había trabajado como camarógrafo en el canal de televisión local Tuluá Centro Televisión. Carlos Guillermo Palomino, presidente de la Asociación de Periodistas y Líderes de Opinión de Tuluá, informó a la FLIP que la revista Contacto había tenido una edición impresa pero que actualmente publicaba en línea.
Los dos comunicadores fueron asesinados en la noche del miércoles 1 de agosto en circunstancias que aún no son claras. Según la información publicada por medios nacionales, Tezada recibió una llamada y salió a encontrarse con una persona a quien las autoridades aún no identifican. En un parque cercano, le dispararon con arma de fuego. Por su parte, según la información que brindó el Mayor Julio Fernando Mora, comandante de Policía de Tuluá, Jairo Calderón se desplazaba en una motocicleta con su esposa, cuando dos hombres que se movilizaban en motocicleta le dispararon. Jairo acababa de firmar un documento relacionado con el alquiler de la moto que conducía.
Los dos homicidios se presentaron en municipios que han sido golpeados por la violencia. Suárez está ubicado en el norte del departamento del Cauca, en una región con alta extracción artesanal de oro. Además, esta región ha sido escenario para el desarrollo de cultivos ilícitos administrados por actores ilegales. Por su parte, Tuluá está ubicada en el centro del Valle del Cauca y durante años el delito con mayor impacto ha sido el asesinato. Según cifras publicadas por el diario El País, solo en junio de este año se registraron 8 asesinatos en Tuluá, lo que representa una disminución del 20% en comparación a junio del 2017.
Estos escenarios pueden implicar riesgos para el desarrollo periodístico, en especial, si se tiene en cuenta el actuar de los distintos actores ilegales que consolidan un ambiente extremadamente hostil para el ejercicio de la libertad de expresión. En estas regiones la seguridad de periodistas es aún más frágil que en el resto del país, especialmente si se tiene en cuenta que cualquier manifestación de opinión de temas de interés puede ponerlos en riesgo frente a los actores que delinquen en el territorio.
Por lo anterior, la FLIP considera que la Fiscalía General de la Nación debe incluir dentro de sus investigaciones la hipótesis de que estos crímenes podrían estar relacionados con el oficio. La FLIP presentará solicitudes formales a los fiscales en tal sentido.
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