Fundación para la Libertad de Prensa - FLIP

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Este 24 de abril de 2021 se cumplen treinta años del trágico asesinato del periodista Julio Daniel Chaparro y del reportero gráfico Jorge Enrique Torres. A pesar de que este homicidio fue declarado crimen de guerra, y no va a prescribir, los avances en materia de justicia han sido mínimos. 

En abril de 1991, Julio Daniel y Jorge Enrique, quienes trabajaban para El Espectador, se habían desplazado al municipio de Segovia, en Antioquia, para investigar la masacre paramilitar que había ocurrido tres años atrás y en la que más de 40 personas fueron asesinadas. Estaban construyendo una serie de crónicas llamada Lo que la violencia se llevó, en la que narraban cómo los municipios que habían sufrido masacres lograban renacer entre los escombros gracias a la voluntad de paz de sus habitantes. Mientras se encontraban en Segovia, el quinto municipio que visitaban, Julio Daniel y Jorge Enrique fueron asesinados. Según la investigación que adelanta la Fiscalía los hechos fueron ejecutados por guerrilleros del Ejército Nacional de Liberación (ELN). 

En 1994 la Fiscalía cerró la investigación en favor de Joaquín Julio Lezcano y Ramiro Alonso Madrid Lezcano, miembros del ELN y presuntos autores del crimen. Veinte años después del homicidio, la Fiscalía retomó la hipótesis de que los hermanos Lezcano sí eran autores del crimen. Sin embargo, no se podía iniciar la investigación penal pues los culpables ya habían fallecido. 

Solo hasta el 12 de marzo de 2020, la Fiscalía formuló acusación en contra Nicolás Rodríguez Bautista (alias “Gabino”), Israel Ramírez Pineda (alias “Pablo Beltrán”) y Eliécer Herlinto Chamorro (alias “Antonio García”), miembros del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional (ELN), por el delito de homicidio agravado. 

El pasado 22 de abril, el Juzgado Promiscuo de Segovia anunció que asumirá el conocimiento del caso para la etapa de juicio contra los miembros del Comando Central del ELN. Desde la FLIP se espera que el juicio se desarrolle en el 2021. 

Uno de los puntos más preocupantes es que, a la fecha, la Fiscalía niega que el crimen contra Julio Daniel y Jorge Enrique haya tenido relación con su oficio periodístico. Es por ello que durante la investigación no se ha analizado el trabajo que desempeñaban, ni los riesgos propios de la actividad. Además, no se han desarrollado mayores investigaciones sobre la información que reposaba en la agenda de apuntes de Julio Daniel al momento de su muerte. De hecho, la Fiscalía se deshizo de la libreta y le negó a la familia la posibilidad de recuperarla. 

Por todo esto, en diciembre de 2011, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) presentó el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). No obstante, esta no ha avanzado en la etapa de admisibilidad, lo cual ha implicado que hasta el momento no se haya reconocido la responsabilidad del Estado colombiano ante el incumplimiento de obligaciones internacionales en materia de justicia y reparación en este caso.

En el marco de la conmemoración de los treinta años de este lamentable crimen y, luego de diez años de haber sometido el caso ante la CIDH, la SIP y la FLIP solicitaron una reunión de trabajo con la Comisión. El objetivo es que esta le permita a la CIDH, al Estado y a las víctimas avanzar en el trámite del caso, para que así se garantice el acceso a la justicia y la reparación de las familias Chaparro y Torres, así como a la sociedad colombiana en general.

La FLIP hace un llamado a la Fiscalía para que investigue diligentemente este homicidio.Que el crimen haya sido declarado como imprescriptible no significa que la justicia se deba seguir dilatando por años. La Fiscalía debe analizar el caso a partir de la actividad periodística de Julio Daniel y Jorge Enrique, explorando distintas hipótesis de investigación relacionadas con su oficio, en este sentido la Fiscalía debió adelantar una línea de investigación frente una posible celada en contra de los periodistas. Sin esto, las familias nunca podrán encontrar la verdad de lo que les sucedió a sus familiares. 

Lamentablemente, tres décadas después la violencia se sigue llevando la voz de los periodistas en Colombia. No sólo las condiciones de seguridad para la prensa no han mejorado, sino que tampoco lo ha hecho la justicia. En la FLIP queremos conmemorar el trabajo de Julio Daniel y de Jorge Enrique para que su voz no se apague.

A continuación, podrán encontrar una línea del tiempo que ilustra los hitos más importantes en la búsqueda de justicia de las familias de Julio Daniel y Jorge Enrique. Además, podrán escuchar una cápsula de audio en la que los hijos de Julio Daniel y Jorge Enrique los recuerdan como esposo, padres y periodistas. 

Adicionalmente, este año el Festival de Literatura de Bogotá rendirá homenaje a Julio Daniel, por su extenso trabajo literario, no sólo como periodista sino también como poeta. Les invitamos a asistir a los diferentes eventos programados, que pueden consultar aquí. También les invitamos a que se unan a la conversación sobre el trabajo de Julio Daniel y la impunidad en este caso, este sábado a las 3 pm.

Cápsula de audio

 

 

Línea del tiempo

Publicado en Impunidad casos

El 16 de marzo del 2021 el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Florencia, Caquetá, revirtió la condena histórica contra el sicario que asesinó al periodista Luis Antonio Peralta y a su esposa Sofía Quintero. El Tribunal redujo 13 años de la condena como resultado del desconocimiento injustificado de la relación del oficio periodístico de Peralta con su asesinato. 

Para la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), quien representa legalmente a los familiares de las víctimas, la decisión del Tribunal es un pésimo precedente de cara a los altos índices de impunidad de crímenes contra la prensa y a los múltiples procesos contra los responsables de los 161 periodistas asesinados de 1977 al 2020. 

El Tribunal desestimó la relación del oficio periodístico con el asesinato de manera contradictoria. En sus términos, “sobre las denuncias realizadas en el ejercicio de la profesión del periodista Peralta Cuellar, no existe duda para la sala, pero no es posible con ello establecer que el homicidio del recordado periodista se dio en razón de su labor pues el hecho indicador no permite establecer el hecho indicado”. Después de hacer esta afirmación el Tribunal añadió que algunas amenazas reportadas por el periodista no tenían que ver con las denuncias públicas realizadas. 

Esto revela la falta de comprensión de los elementos esenciales del caso, tal como los riesgos inherentes al ejercicio del periodismo en regiones. La FLIP reitera que para la investigación, judicialización y sanción de crímenes contra la prensa es indispensable hacer un análisis de contexto  que  permita  identificar  plenamente las dinámicas regionales y los riesgos a los que están expuestos los periodistas por su oficio, en lugar de presumir su inexistencia en un país con altos índices de violencia contra la prensa. 

Luis Antonio Peralta era un periodista crítico de la gestión pública en la región, en donde ejerció el periodismo por más de treinta años. Su trabajo estaba relacionado con las denuncias sobre irregularidades en contratación estatal, extracción de petróleo y corrupción. Su emisora Linda Stereo, de la cual fue fundador y director, fue la plataforma a través de la cual hizo públicas sus denuncias y entregó a la ciudadanía información valiosa sobre las autoridades y los funcionarios. 

El Tribunal no valoró de manera adecuada este contexto ni el riesgo que le generaba el programa en el que Peralta hacía públicas algunas denuncias en contra de la administración pública. Además, desestimó que días antes de su asesinato, el periodista había anunciado que tenía conocimiento de que un precandidato habría incurrido en actos de corrupción en el municipio del Doncello, Caquetá.

La falta de reconocimiento de los riesgos inherentes al oficio periodístico es un factor que acrecienta la impunidad de los crímenes contra la prensa . En este caso, también persiste la falta de identificación y sanción de los determinadores, quienes hoy se encuentran en libertad.

La FLIP continuará acompañando este caso, y este 19 de marzo de 2021 presentó el recurso de casación contra la decisión del Tribunal para que se reconozca la necesidad de reincorporar en la decisión el reconocimiento de la relación del oficio periodístico con el asesinato de Luis Antonio Peralta. La decisión se apartó de elementos esenciales del caso y, con ello, desconoció el rol que desempeñan las autoridades judiciales en la protección de los y las periodistas y en la garantía de que los delitos y los ataques en su contra no queden impunes. 

Por lo anterior, la FLIP le hace un llamado a la Procuraduría General de la Nación y a la Fiscalía General de la Nación para que coadyuven el recurso y visibilicen la violencia y los riesgos a los que están expuestos los periodistas, cuya labor contribuye a la construcción de sociedades democráticas.   

 

Publicado en Pronunciamientos

Luis Eduardo Alfonso Parada era periodista de la emisora Meridiano 70 en Arauca. A lo largo de 10 años, se dedicó a denunciar, a través de los micrófonos, temas relacionados con el orden público y la administración municipal. Hoy, tras 18 años de su asesinato, recordamos su trayectoria.

El periodista, a través del noticiero “Actualidad informativa”, se convirtió en un referente informativo para los araucanos pero, las amenazas fueron una constante. Luis Eduardo fue atacado la madrugada del 18 de marzo del 2003 por tres hombres en motocicleta. Estos realizaron múltiples disparos a la entrada de su casa, justo cuando iba de salida a la emisora.

En 2009, amparados bajo la Ley de Justicia y Paz, en el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares, José Rubén Tobón, alias “Lucho” aseguró que el paramilitar alias “Cúcuta” había asesinado a Luis Eduardo. Este paramilitar, a su vez, declaró haber asesinado a un periodista. Tobón fue identificado como autor material y recibió una condena sin posibilidad de excarcelación. Sin embargo, los autores intelectuales aún no han sido identificados. 

En la FLIP no olvidamos a Luis Eduardo y su compromiso con la región. Su memoria debe ser honrada con la justicia y esclarecimiento completo de su asesinato. Gracias por recordar con nosotros.

Haciendo clic en el siguiente audio podremos escuchar la historia de este periodista:

Publicado en Impunidad casos

Óscar García Calderón fue un periodista taurino del diario El Espectador. Por más de 20 años se dedicó a transmitir, a través de sus letras, la emoción que le producían las faenas en la Plaza La Santamaría de Bogotá. Hoy, después de 23 años de su asesinato, recordamos su historia.

A sus 50 años, Óscar García era conocido como un hombre noble, cálido y obstinado en sus posturas. Los toros eran su tema predilecto por lo que sabía cómo añadir un toque de alegría a sus narraciones. Así fue como su pasión por lo taurino lo llevó a investigar los nexos entre el toreo y la mafia por lavado de dinero en las ferias taurinas y la cría de ganado.

Víctima del narcotráfico, Óscar fue asesinado la noche del 22 de febrero de 1998. Hacia las siete y media de la noche, tras acabar su columna, se despidió de sus compañeros y a la salida del periódico fue abordado por desconocidos que lo hicieron subir a un taxi. Hacia las 11 de la noche fue encontrado su cuerpo sin vida y con tres impactos de bala cerca de la Fiscalía General de la Nación.

Días más tarde se confirmó que el periodista estaba pidiendo ayuda a sus colegas para contactarse con el Fiscal General y mostrarle los hallazgos de sus investigaciones. Según el Comité para la Protección para Periodistas, Óscar pensaba consignarlos en un libro. 

Han pasado más de dos décadas desde el último adiós al periodista y pese a que muchos sectores, incluida la FLIP, se movilizaron para que el caso no quedase en la impunidad, el 22 de febrero de 2018, el caso prescribió sin que nadie fuera responsabilizado por el crimen. La justicia y el Estado no mostraron avances en las investigaciones más allá de descartar que se tratara de un atraco ya que los atacantes solo le quitaron las identificaciones al periodista, dejándole sus posesiones de valor como un reloj y un anillo. 

Desde la FLIP no olvidamos. Gracias por recordar con nosotros.

 

Publicado en Impunidad casos

En Cali, Valle del Cauca, durante las corridas de toros de la tradicional Feria de la Caña, una voz derrochaba energía frente a los micrófonos. "¡Qué buena tarde que estamos viviendo! ¡Qué bueno el público de Cali, cómo entiende la faena!", diría Gerardo Didier, periodista asesinado hace 28 años. 

La faena de narrar 

Gerardo Gómez era periodista freelance y empresario, amante de los toros, cuya afición lo llevó a compartir su pasión con toda la ciudad a través de los micrófonos de la Radio Súper de Cali. Fue asesinado a manos de desconocidos el 11 de febrero de 1993. 

Diego Galvis, compañero del periodista en el programa semanal Yo te conté: toros y turismo, recuerda que en su labor como narrador, Gerardo “no criticaba, no censuraba, era una persona muy constructiva, transmitía mucho positivismo en sus crónicas”. Además, lo describió como un hombre entregado, comprometido, cuya alegría le dio notoriedad entre sus amigos y los vallecaucanos aficionados al toreo. “Gerardo era rumbero y un excelente bailador de pasodobles, había que desocupar la pista cuando salía a bailar porque bailaba como si estuviera toreando, armaba todo un espectáculo”, comentó Galvis.

Galvis comentó que hace veintiocho años, hacia las siete de la noche, Gómez se dirigía solo desde una de sus oficinas en el municipio de Buga hacia Cali. Aunque conocía bien esa vía, esa noche mientras hacía un pare frente a las vías del tren, una motocicleta se detuvo junto a su carro y desde allí le dispararon en repetidas ocasiones. 

Las heridas fueron fulminantes y la noticia empezó a sonar en las diferentes emisoras de la ciudad hasta llegar a oídos de sus colegas. Diego Galvis, su compañero de programa, estaba escuchando la transmisión de un partido de fútbol cuando la programación se interrumpió para dar el boletín y hacer un homenaje al periodista. “Echaron el extra y quien estaba transmitiendo el partido era Óscar Rentería. Ellos se conocían de las corridas e inmediatamente, Rentería dio un discurso. Era increíble porque uno podría creer cualquier cosa menos que Gerardo muriera de esa manera”, afirmó Galvis. 

De la afición por los toros al periodismo

Pese a que la comunicación no era su oficio de base, a sus 49 años, Gerardo se había consagrado en el mundo del periodismo taurino bajo el acrónimo de Gedigo. Su comienzo estuvo de la mano de crónicas y columnas en el Diario de Occidente de Cali. Desde allí, cada lunes, informaba los últimos detalles de las ferias, festivales y corridas celebradas en países como España, Perú, Ecuador y Colombia.

Más tarde, su voz marcaría el ritmo en algunas de las transmisiones taurinas de Radio Todelar y de Radio Súper, donde dio sus primeros pasos como comentarista en el programa a cargo de Galvis. Jaime Fernández, uno de los comentaristas de Radio Súper, destaca de Gerardo su gran conocimiento y admiración por el mundo taurino a lo largo de sus 20 años como periodista independiente.

De acuerdo con los registros de la FLIP, al parecer los responsables de su muerte fueron personas inconformes con una evaluación hecha por Gerardo sobre un festival taurino. Sin embargo, sus colegas afirman que él era un hombre comprometido con sus narraciones y, mostrándose siempre emocionado ante los micrófonos, rara vez se quejaba o criticaba lo que ocurría en la corrida por lo que todavía no se explican por qué fue atacado. “Para él darle palo a un torero era menospreciarlo, darle palo a su hobby favorito”, afirmó Galvis. 

Actualmente se desconocen quiénes fueron los autores del crimen y, lastimosamente, este será un caso que quedará sin resolver dado que en el 2013 el caso prescribió ante la justicia colombiana. Desde la FLIP no olvidamos la historia de este periodista que hizo de una de sus más grandes aficiones parte de su pasión por el oficio periodístico.

Publicado en Impunidad casos
Lunes, 08 February 2021 09:44

Las voces que Colombia perdió en el 2020

Los periodistas Abelardo Liz y Felipe Guevara fueron asesinados durante el 2020. Sus casos dejaron al descubierto la violencia cruda que se siguen enfrentando los periodistas, tanto por parte de la fuerza pública como de bandas criminales. 

Abelardo: la muerte que lloran los indígenas y exhibe la desidia del Estado

Abelardo, en una trágica coincidencia, murió el 13 de agosto, el día del aniversario de la muerte de Jaime Garzón. El periodista indígena se encontraba en Corinto, Cauca, cubriendo un desalojo por parte de la Policía y el Ejército. En medio de las confrontaciones, resultó herido por un arma de fuego. La fuerza pública afirmó que la bala provenía de grupos ilegales que habían disparado también; sin embargo, la comunidad indígena niega que ese día hubiera habido enfrentamientos con la guerrilla.

Ni Iván Duque ni ninguna autoridad se pronunció respecto al tema. Seis meses después, el caso ha avanzado muy poco y son insuficientes las respuestas que dan la Fiscalía y el Ejército sobre el avance de la investigación. No hay ninguna garantía de que esta se esté llevando a cabo de una forma seria e imparcial.

Si quiere leer el reportaje completo sobre el asesinato de este comunicador indígena y cómo esto afecta gravemente a una comunidad, vaya a la página 7 del PDF de nuestra revista Páginas para la libertad de expresión.


El periodista de los barrios de Cali

Felipe tenía solo 27 años cuando fue asesinado en el barrio Mariano Ramos en Cali, Valle del Cauca. Trabajaba como periodista judicial en el diario Q’hubo, el periódico popular más consumido en la ciudad. Le dispararon a las afueras de su casa el 21 de diciembre y murió en cuidados intensivos el 23 del mismo mes. 

A pesar de las reiteradas amenazas que Felipe había recibido en el pasado, la primera reacción del comandante de la Policía de Cali fue negar la hipótesis de que el asesinato estuviera relacionado con su labor periodística. A inicios de enero de 2021 se capturó a uno de los presuntos autores materiales, un joven de 16 años que negó los cargos por homicidio agravado y fabricación, tráfico y porte de armas de fuego.

Este asesinato afecta gravemente a la libertad de prensa. Es posible que luego de estos hechos, algunos reporteros prefieran alejarse de ciertas zonas y también sacar otros temas de la agenda. 

Para leer la historia completa sobre este periodista, lea la página 15 del PDF de Páginas para la libertad de expresión.

Aquí puede visualizar la revista completa o también la puede descargar a su dispositivo. 

 

Publicado en Noticias

Cayetano Domínguez, fotógrafo y periodista era un amante de la cámara y un apasionado en la dirección de su emisora, Radio Barrancabermeja, en Santander. Hoy, después de 31 años de su asesinato, recordamos su trayectoria.

Domínguez fue asesinado el 3 de febrero de 1990, hacia las 7 de la noche. Fue sorprendido por un sicario que, sin mediar palabra, le disparó a la salida de la estación radial.

Debido a que el caso prescribió hace 10 años, los motivos y responsables del asesinato de Cayetano Domínguez no han sido ni serán esclarecidos por la justicia colombiana. De acuerdo con los archivos de la FLIP, el periodista estaba investigando algunas acciones violentas en la región por lo que se señaló a grupos guerrilleros como los responsables.

En la FLIP no olvidamos y recordamos a este periodista y a su imborrable legado para que su recuerdo siga vigente.

Publicado en Noticias
Sábado, 30 January 2021 04:31

Orlando Sierra, la pluma inquieta de Caldas

Durante las jornadas de trabajo en el periódico La Patria en Manizales, Caldas, había un sonido particular que se escuchaba por encima de los teclados. Se trataba de unos pasos firmes y afanados que merodeaban las impresoras del diario: “Ahí viene Orlando“, diría la periodista Martha Lucía Gómez, refiriéndose a su colega y jefe, Orlando Sierra, quien fue asesinado hace diecinueve años, víctima de la corrupción política. 

El 30 de enero de 2002, mientras llegaba de almorzar junto a su hija, en frente de la sede del diario, dos disparos apagaron su andar, sus bromas y su pluma. Tras el ataque, Orlando fue trasladado de urgencia al Hospital de Caldas e intervenido quirúrgicamente. Para Martha, en La Patria el ambiente se permeó de angustia, miedo y tristeza, mientras se trabajaba en la publicación del día. “Cuándo nos preguntan cómo hicieron periódico, yo ni sé cómo. Hacer periódico esos tres días fue terrible”, aseguró la periodista. Finalmente, y tras dos días en coma, el 1 de febrero, el periodista falleció en la unidad de cuidados intensivos. 

Orlando, el periodista incómodo

A sus 42 años el periodista, filósofo y escritor ocupaba la subdirección de La Patria, donde también se dedicaba a la opinión. En su columna Punto de encuentro realizaba críticas a la clase política del departamento de Caldas. Era un gran conocedor tanto de los casos de corrupción como de la cotidianidad de la región. “Para la comunidad él era como el faro de la verdad, escribía lo que nadie se atrevía”, afirma Gómez. 

Orlando contaba con el talento de encontrar titulares para cada historia. Era un apasionado por las letras y, en especial, un jefe exigente. Alba Nelfy Bernal, amiga y compañera de Orlando en el diario, recuerda cómo él, desde la puerta de su oficina, les expresaba su enojo. “Le tiraba a uno zapatos. En medio de todo, era chistoso, era muy enérgico pero no lo hacía de maldad. Le gustaba que las cosas salieran bien”, recuerda Alba.

Siempre estaba atento a la noticia. Entre sus conocidos, Orlando destacaba como un hombre de un humor singular e inquieto, rebosaba energía y una sagacidad que lograba picar a las clases dirigentes de Manizales. Alba cuenta que “él se volvió la piedra del zapato para muchos aquí, porque empezó a denunciar todas las corruptelas y las arbitrariedades que hacían aquí en la ciudad y en el departamento”.

La manera que tenía de escribir y, como algunos llaman, su “desfachatez” para denunciar, lo convirtieron en una incomodidad recurrente en el caminar de los poderosos. En particular para Ferney Tapasco, político que controló durante veinte años la Asamblea de Caldas. Gracias a una columna hecha por Orlando, en 1998, se descubrió la nulidad en su elección como diputado y, posteriormente, se logró la pérdida de su investidura.

Su labor periodística le ocasionó momentos de temor. En una oportunidad Tapasco agredió físicamente a Orlando: le quitó las gafas y las pisoteó en el suelo. Nelfy, su amiga, afirma que pese a que él manifestaba su miedo en sus escritos aún así seguía atento a la realidad política de la región.

Proyecto Manizales, un triunfo

Su muerte fue un precedente para el diario y para sus compañeros. Desde el momento de su asesinato, comenzó a conformarse un equipo mediático que contó con el apoyo de periodistas de La Patria, Semana, Cambio, El Espectador, El País, El Colombiano y El Tiempo. Todo con el fin de hacer reportería para esclarecer el caso. “Este movimiento lo que hizo fue presionar para que se esclareciera lo más pronto posible quién era el autor intelectual, porque el autor material lo cogieron”, afirmó Alba Nelfy refiriéndose a Luis Fernando Soto, el joven que disparó contra Orlando, y quien fue reconocido rápidamente, ya que quedó registrado en las cámaras de seguridad del sector. 

Efectivamente, la movilización periodística y la presión de sus compañeros contribuyó a que la muerte de Orlando no cayera en el olvido. Entre los más de 160 casos de asesinato a periodistas de los que la FLIP tiene registro, el de Orlando es el único en el que hay una condena a toda la cadena criminal; es decir, desde quien accionó el arma hasta quien dio la orden. “Para mí la suerte que tuvo ese proceso se logró gracias a que el caso de Orlando se mantuvo siempre vigente, ahí en la línea de trabajo. Ese fue el éxito”, explicó Martha. 

Y aunque Ferney Tapasco pretendía quedar en libertad alegando que el Tribunal Superior de Manizales no le había garantizado el derecho a la doble instancia, pero, para el 25 de septiembre de 2019, la Corte Suprema negó la petición. Actualmente, el caso se encuentra cerrado y Tapasco González, reconocido como el autor intelectual del asesinato, fue sentenciado a 36 años y tres meses de cárcel. Mientras que los hermanos Fabio y Jorge Hernando López Escobar, fueron condenados por complicidad, a una pena de 28 años y 10 meses, al haber contratado a la banda sicarial, según la Fiscalía.

En la FLIP no olvidamos los ataques y pedimos justicia por los periodistas que han sido asesinados por culpa de la violencia y de la corrupción política. La celeridad en los procesos no debería depender de acciones de terceros, como lo fue en el caso de Orlando. Esta garantía la debe otorgar el Estado en los cientos de casos de periodistas asesinados que aún se encuentran en la impunidad.

Publicado en Impunidad casos
Lunes, 30 November 2020 09:50

Gimbler Perdomo: la voz que perdió Gigante

Gimbler Perdomo tenía 31 años cuando en 2002 fue asesinado en el municipio de Gigante, Huila. Era director de noticias y propietario de Panorama Estéreo, la única emisora que existía en esa época en Gigante. 

 

El camino en el periodismo

Gimbler empezó en la radio por casualidades de la vida. Sandra Cáceres, esposa de Gimbler, cuenta que el viaje por la radio empezó cuando un amigo ganó una licencia para tener el dial de una emisora comercial. Sin embargo, este terminó en la cárcel y fue ahí cuando le propuso a Gimbler ser socio de la emisora, para que se encargara de mantenerla mientras él salía de prisión. 

Gimbler aceptó y a partir de ese momento comenzó a desarrollar el noticiero de la emisora, con el que terminó ganándose a la comunidad. Su compromiso no solo fue dar información detrás de un micrófono en una cabina, sino también ayudar directamente a las personas. En algunas ocasiones viajaba a las veredas del municipio, donde emitía un programa en el que los campesinos exponían todas sus necesidades como salud o educación.

 

El hombre detrás del periodista

Gimbler era recordado en su pueblo por realizar campañas de solidaridad y además, denunciar a la administración municipal por casos de corrupción. Todo esto lo hizo cuando ocupó el cargo de Consejero municipal, durante el 91 y el año 2000, antes de ser periodista.

En el año 1999, cuando aún era Consejero municipal, Gimbler se encadenó frente a la alcaldía para presionar la salida de Luis Édgar Gutiérrez, el mandatario de la época. Finalmente este fue destituido por sus acciones corruptas. 

“Desde las seis o cinco y media de la mañana llegaba la gente a la casa a pedir ayuda”, cuenta Sandra. Su esposa lo recuerda como un hombre que realizaba muchas campañas para ayudar a las personas necesitadas del municipio, incluso muchas veces dejando de lado su propio bienestar. 

Una de las anécdotas que más recuerda es cuando su esposo le dio el dinero que tenían para el almuerzo a un señor que llegó a pedir ayuda. Sandra recuerda claramente las palabras con las que Gimbler le respondió a su reclamo: “ese señor necesita viajar a una cita médica y no tiene para el transporte, nosotros vamos a la tienda allá nos conocen y nos pueden fiar, a él nadie le va a fiar lo del transporte”. 

 

La verdad

La persona que lo asesinó está preso. “Ni para qué le cuento el sin número de expedientes de asesinatos que tiene ese señor”, afirma Sandra. 

El día de la audiencia en la que el asesino habló sobre la muerte de Gimbler, Sandra fue acompañada por dos de sus hijas. “Ese fue uno de los días más tristes, porque cuando le hacían preguntas sobre el asesinato de mi esposo, sentíamos que nunca respondía con la verdad”, dice Sandra. Cuando le preguntaron al asesino por qué lo había hecho, este dijo que lo habían obligado, que era matar a Gimbler o que su familia estuviera en riesgo.

Sobre los determinadores del asesinato, Sandra cuenta que fue la guerrilla. Aunque al inicio de la investigación habían dudas sobre esto, pues en su momento, algunas personas cercanas a Gimbler afirmaron que esto era poco probable. Decían que él era consciente del peligro en la región y por eso siempre fue precavido a la hora de dar información relativa al orden público. 

Dieciocho años después Sandra tuvo que sacar adelante a tres niños que en su momento no tenían más de diez años. La violencia le arrebató al pueblo de Gigante una persona que estaba comprometido con su comunidad, y a su familia, les quito un padre y esposo ejemplar. En todos ellos la memoria de Gimbler permanece viva. Gracias por recordar con nosotros. En la FLIP no olvidamos. 

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Miércoles, 28 October 2020 11:38

Mario Pineda: la voz que perdió Sevilla

Cada sábado Mario Pineda Arboleda repartía gratuitamente el periódico La Razón. Un semanario del que era director y que apenas tenía cuatro hojas, pero que por sus investigaciones se había ganado el respeto del pueblo de Sevilla, Valle del Cauca. 

A Mario Pineda lo asesinaron el cuatro de noviembre de 1983. En el último mes habían sido asesinadas otras nueve personas en Sevilla. Aunque nunca se supo con certeza quiénes fueron los autores del crimen, se rumoraba que sus tajantes críticas habrían detonado todo. 

Con 43 años Pineda había logrado tener un semanario en el que realizaba denuncias sobre irregularidades de la Alcaldía, Tesorería, Concejo Municipal y demás entidades municipales. Ventilaba con nombre propio, detalles y pruebas la corrupción de las instituciones de Sevilla. El último número del semanario, que salió días después del asesinato de Pineda, estuvo dedicado a denunciar clientelismo en el Concejo. 

 

Más que un periodista

El pueblo de Sevilla lloró la muerte de Pineda, pues se había destacado no solo por su periodismo crítico, sino también por ser un ciudadano ejemplar. Era presidente de la liga de atletismo, tesorero de la Junta Municipal de Deportes, fundador del centro cultural José Martí, directivo del grupo ecológico de Sevilla y coordinador zonal de Alcohólicos Anónimos. El día de su asesinato Pineda terminaba de organizar una maratón para ese fin de semana, y luego se dirigiría hacia el centro cultural para ultimar detalles sobre un concurso de cuento local.

Pineda llegó al periodismo luego de tener un café en el centro de Sevilla. De forma autodidacta y orgánica decidió organizar el semanario La Razón, para seguir sirviendo a la ciudadanía.

La investigación

El Tiempo y Semana documentaron, en su momento, que un mes antes del asesinato del periodista, este había sido citado por el comandante de la Policía de Sevilla. Aparentemente, el uniformado le habría pedido explicaciones sobre una investigación por prevaricato en la que el comandante se veía involucrado y que se publicaría en La Razón 

La investigación fue archivada y el homicidio de Pineda quedó en completa impunidad. En principio habían sido vinculados dos capitanes de la Policía, sin embargo, luego fueron retirados de la investigación. 

Aunque el caso de Pineda no haya tenido respuestas, desde la FLIP no queremos olvidar el impacto del trabajo periodístico que tuvo en Sevilla el semanario de Mario Pineda. Gracias por recordar con nosotros. 






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