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Hoy, 12 de diciembre, se conmemoran 27 años del asesinato del periodista Ernesto Acero Cadena, conocido entre sus amigos y colegas como el hombre de acero, haciendo alusión a su apellido y a la imagen que forjó como un hombre de firmes convicciones, con un carácter fuerte y contundente a la hora de escribir. Acero fue editor, corresponsal y director de varios medios impresos, televisivos y cadenas radiales en el Quindío. Como periodista, se caracterizó por denunciar nexos de políticos con narcotraficantes y condenó la corrupción política en Armenia. 

Trayectoria periodística

Acero nació en Bogotá, donde estudió psicología en la Universidad Nacional; sin embargo, por su situación económica no pudo culminar sus estudios. Su carrera periodística empezó en 1957, cuando inició, por casualidad, a trabajar con el periódico El Relator en Cali. Luego de esa experiencia, Acero no dejaría el trabajo periodístico. Cinco años después, en 1962, regresó a su ciudad natal, donde se desempeñó como editor del diario Edicron, director de Estelar publicidad y redactor de la revista de la Policía Nacional.

A inicios de la década de los setenta, se radicó en el departamento del Quindío, donde “se ganó el respeto como un periodista independiente, de mucho carácter, recto, muy honesto e impecable a la hora de escribir”, indica Ernesto Acero Martínez, hijo del periodista. En el Quindío fue director de noticias en las cadenas radiales: la Voz del Comercio, filial de RCN Radio; en Caracol Radio y en la emisora local Todelar, con su filial Voz de Armenia. Fue corresponsal en canales televisivos y de prensa como: Noticiero Nacional, el Noticiero de las Siete, el Noticiero 24 horas, La Patria de Manizales, El Espectador, El Siglo, y durante varios años escribió en el semanario El Quindiano, La Pluma de Acero una columna de opinión política y de denuncia. Así mismo, fue jefe de prensa de la Gobernación del Quindío y de la Alcaldía de Armenia. 

Acero, además, fue empresario y fundó sus propios medios, el primero fue Quién es qué en el Quindío. “Una publicación de relaciones públicas donde las personas tenían acceso a saber quiénes estaban al frente de la institucionalidad en la región. Tuvo su primera edición por allá en 1984 o en el 85 y alcanzó a tener ediciones en Manizales y Pereira”, menciona su hijo. 

En 1990, nació otra de sus publicaciones: El Informador Económico del Quindío, un medio desde el cual criticó y denunció temas de interés público. La publicación circulaba todos los viernes, contaba con un editorial, columnas de opinión e información política, económica y social. Luego de la muerte de Acero en 1995, el hijo del periodista retomó el semanario y lo tuvo en circulación por otros 5 años más.

El día que silenciaron su voz

Inflexible ante las malas administraciones y políticos corruptos, Acero denunció al excongresista Carlos Oviedo Alfaro, del partido Movimiento Nacional Conservador - Alianza Nacional, por nexos con el narcotráfico. Su postura crítica lo hizo visible y fue amenazado por los extraditables, un grupo de narcotraficantes que se había asociado para evitar la extradición a Estados Unidos. El 12 de diciembre de 1995, mientras caminaba por el centro de Armenia, un desconocido le disparó, causándole la muerte

Durante la investigación para esclarecer los hechos, Rubén Darío Grisales, testigo presencial, declaró e identificó a Jorge Iván Obando como el autor material del homicidio. No obstante, la declaración había sido firmada con un nombre falso. El testigo [Grisales] era en realidad Juan Carlos Henao, guardaespaldas y empleado del excongresista Oviedo. El 14 de junio de 2000, el Juzgado Único Penal del Circuito Especializado de Armenia absolvió a Henao en una sentencia que no fue apelada por la Fiscalía. Con la investigación concluida, se impidió comprobar la participación de Oviedo como presunto autor intelectual del crimen. 

En otra declaración ante la Fiscalía, Alfonso José Jiménez, funcionario de la unidad de investigaciones secretas de la Policía, explicó que días antes del asesinato del periodista, el agente Édgar Gamboa, le contó que se preparaba un asesinato por el que se pagarían cuarenta millones de pesos. Gamboa fue expulsado de la institución.

El 12 de diciembre de 2015, el caso prescribió habiéndose identificado un falso testigo de una primera investigación en la cual estuvo en la cárcel un inocente. Para el hijo del periodista, a su papá lo mataron dos veces, en diciembre de 1995 y 20 años después con la impunidad del caso. Hasta la fecha no hay claridad de los autores materiales e intelectuales del homicidio.

Desde la FLIP, conmemoramos la labor que realizó Ernesto Acero Cadena. Gracias por recordar con nosotros.

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El 21 de octubre de 1999, desconocidos ingresaron a la residencia del periodista Rodolfo Julio Torres, lo secuestraron, y al día siguiente, su cadáver fue hallado en el corregimiento Rincón del Mar, en el municipio de San Onofre, Sucre. Rodolfo trabajó en Radio Caracolí, Estación Fuentes y al momento de su muerte era el corresponsal de Sucre del periódico El Meridiano. Como periodista, Rodolfo realizaba reportajes sobre las irregularidades de la administración local y temas de corrupción.

Durante la década de los noventa y los 2000, San Onofre estuvo sometido al control del Bloque Héroes de los Montes de María,  de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En esos años, el jefe paramilitar Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, estableció el orden social, su propia justicia y sanciones para quienes se atrevieran a incumplir sus órdenes. Durante más de una década esta zona de Sucre guardó silencio ante las atrocidades cometidas por los paramilitares. 

Toda esta situación le indignaba al periodista Rodolfo Torres, que además de la violencia, también tenía que convivir con la corrupción. Edwin Balseiro, primo del comunicador, recuerda que “él era bastante inquieto, le gustaba mucho el trabajo con comunidades y ayudar a las personas en cuestiones sociales”. Así, Torres desde su labor periodística denunció la presencia de grupos de autodefensa y paramilitares, e hizo veeduría a la administración local de Yamil Blanco Blanco (1995-1997) y de Luis Salaiman Fayad (1998-2000). Por esto, su trabajo fue estigmatizado y Torres fue catalogado por los paramilitares como enemigo, ya que supuestamente era auxiliador de la guerrilla.

Aunque Torres nunca cedió ante las amenazas y hostigamientos, fue asesinado por desconocidos el 21 de octubre de 1999. “En la camisa que tenía puesta ese día le escribieron sapo”, menciona Balseiro. Y entre nostalgia e impotencia, recuerda cómo le fue arrebatada la persona que le estaba enseñando a ser locutor y a redactar. 

El día del homicidio, la comunidad también perdió a un líder. “Se perdió una voz bastante importante, él era el vocero de la comunidad. En ese momento, era la voz que daba a conocer al país lo que estaba sucediendo en la región y con su asesinato hubo un silencio total. Nadie se atrevía a decir nada que pudiera catalogarse como un ataque a los grupos que operaban en ese tiempo en esta zona”, afirma Balseiro.


El 21 de octubre de 2019, prescribió la investigación en el caso del asesinato del periodista, lo que quiere decir que la Fiscalía no trabajará más en encontrar a quienes estuvieron involucrados en el crimen. Con la muerte del periodista, los autores materiales e intelectuales del crimen lograron amedrentar y silenciar a la población de San Onofre. 

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A mediados del año 93, Iván Pelayo, un joven de 24 años de edad, oriundo de Hato Corozal, Casanare, llegó al municipio vecino de Puerto Rondón para crear la emisora cultural Llanorámica Estéreo. El 17 de agosto de 1995, cuando el periodista se encontraba en la cabina de la emisora, un comando de la guerrilla del ELN lo asesinó. Los guerrilleros dejaron volantes en los que acusaban a Pelayo de tener nexos con los paramilitares. 

Pelayo conocía el potencial cultural que había en la región de los Llanos Orientales y, por eso, desde su emisora “se enfocó en resaltar e impulsar a los artistas musicales (...) dio a conocer a declamadores y compositores que necesitaban ser reconocidos”, explica Alberto, colega del periodista que pidió que su nombre real no fuera revelado.

A sus 16 años, Alberto conoció a Pelayo, quien se convertiría en su maestro en el periodismo. Alberto empezó aprendiendo a hacer cuñas radiales y, muy pronto, era capaz de presentar todo un programa musical. Lo que era una posibilidad remota para él, se convirtió en una labor gracias a las enseñanzas de su amigo Pelayo. 

Cada mañana, el periodista saludaba a su audiencia con un "vaya, vaya". Pelayo tenía buen humor y es recordado como una persona que, además, tenía vocación para colaborar con los demás, especialmente con los jóvenes. 

El 17 de agosto de 1995, Pelayo fue asesinado por dos sicarios en el local donde funcionaba el medio de comunicación. “Dijeron que él tenía vínculos con un grupo llamado los Masetos, que es filial de los paramilitares”, explica su colega. Este grupo armado operó desde los Llanos Orientales y fue un capítulo del grupo Muerte a Secuestradores (MAS), creado por los jefes del Cartel de Medellín a principios de la década de los ochenta. 

Mediante panfletos, miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), pertenecientes al Frente Domingo Laín Sáenz, se atribuyeron el asesinato del periodista. Para Alberto, la afirmación sobre los nexos de Pelayo con los Masetos es falaz, pues él nunca se relacionó con integrantes de este grupo y no cubrió orden público. Después del asesinato la emisora tuvo varios dueños, pero por la situación de seguridad del municipio y la presencia de grupos al margen de la ley, el medio tuvo que cerrar. 

Sin tener mayores avances en las investigaciones para imputar a los autores intelectuales y materiales del homicidio del periodista, en febrero de 1998 la Fiscalía Especializada de Cúcuta suspendió la investigación. Y pese a los reiterados llamados de la FLIP a la Fiscalía, el caso prescribió en el 2015.

La existencia de medios de comunicación en las regiones es fundamental para que toda la ciudadanía pueda acceder a información. En la FLIP, no olvidamos al periodista Iván Darío Pelayo que desde su labor dio a conocer artistas, representaciones culturales de los Llanos Orientales y fue la voz de su comunidad. 

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John Félix Tirado Castañeda fue locutor de la emisora Ondas del Urrá y corresponsal del Diario del Otún en Cartago, Valle del Cauca, donde cubrió casos judiciales y orden público. “Recuerdo que era un muchacho aficionado a la comunicación y sobre todo al periodismo judicial”, menciona su colega Fernando Pineda, quien en esa época era editor judicial del Diario del Otún. 

El 5 de agosto de 1992, el periodista fue asesinado frente a la Iglesia de Guadalupe por desconocidos que se transportaban en una motocicleta. En los hechos también murió un niño de ocho años.

Cartago, el municipio en el que trabajaba Tirado, es considerado uno de los epicentros de violencia en el país. Ha tenido que resistir a la invasión de los paramilitares, la guerrilla y las bandas criminales. Por eso, ejercer el periodismo investigativo y de denuncia en esta zona era un acto de pasión por la profesión. Para Pineda, también periodista, “los días de trabajo allá se convertían en un terror constante (...) estaba el narcotráfico y abundaban los hechos de violencia”

La Fiscalía 16 seccional de Cartago ordenó el 9 de agosto de 1993 la suspensión de la investigación y por ende su archivo. 20 años después del asesinato no hubo ningún avance en la búsqueda del autor y señalamiento de responsabilidades en la muerte del periodista, por lo que prescribió y quedó impune

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Lunes, 25 July 2022 05:00

Dos motivos, un asesinato

Fernando Bahamón Molina fue corresponsal de El Espectador, de la cadena radial Caracol y del Noticiero 24 Horas. También se desempeñó como locutor deportivo y tenía un programa de música vallenata en la emisora La Voz de la Selva. Bahamón enfocó su profesión como periodista regional en velar por los derechos de las personas más necesitadas, narraba la situación de violencia que sucedía en el departamento y realizaba denuncias sobre la mafia de cocaína.

Desde la FLIP, conmemoramos el arduo trabajo que desempeñó el periodista Fernando Bahamón que con pasión ejerció su profesión. 

Para escuchar la historia completa, te invitamos a reproducir el siguiente video: 

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El 8 de julio del 2001 en Buenaventura, Valle del Cauca, el periodista Jorge Enrique Urbano Sánchez departía con sus amigos en el parque Néstor Urbano Tenorio cuando fue asesinado por dos individuos que huyeron en una motocicleta y dos cómplices que escaparon a bordo de una lancha rápida. Él era periodista de la Emisora Mar Estéreo y su trabajo se destacó por las denuncias en contra de la banda delincuencial Los Tumbapuertas.

Jorge Urbano será recordado entre sus amigos y colegas por ser una persona alegre, de buen porte y tenacidad. Desde la FLIP reconocemos su labor periodística de denuncia y entrega a su comunidad.

Para escuchar la historia completa, te invitamos a reproducir el siguiente video: 

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A comienzos de los años 90, el periodista Mario Prada Díaz, oriundo de Barrancabermeja, Santander, llegó al municipio de Sabana de Torres con el propósito de ejercer su profesión en medios locales. A mediados de 1999 fundó Horizonte Sabanero, un diario mensual que se dedicaba a cubrir temas de desarrollo social, cultural y comunitario, y para 2002 ya se había expandido hasta Barrancabermeja y Puerto Wilches. 

Prada también ejerció como secretario del concejo de la Unión Patriótica, lo cual conllevo estigmatizaciones y relacionamiento con la guerrilla. Sabana de Torres, a dos horas y media de Bucaramanga, padeció el conflicto armado, y para finales de los noventa y comienzos del 2000 había una disputa territorial por parte de grupos paramilitares y guerrilleros. 

Alberto Bretón, amigo cercano a Mario Prada, recuerda que como profesional estaba muy interesado en temas como la corrupción o el orden social: “un periodista que le gustaba investigar las cosas que pasaban en el municipio, le gustaba que las cosas funcionaran, pero de pronto a algunas personas no les agradaba que hablara abiertamente de ciertos asuntos”. Curiosidad o compromiso, lo cierto es que veló por los intereses y los recursos de su comunidad, “me parece que tenía buenas intenciones, pero en mi concepto era peligroso decir las cosas, no más con decirlas ya se estaba metiendo en un problema”, afirmó Bretón. 

La autocensura para él no fue nunca una opción y por eso en una publicación, que luego se convertiría en su última editorial, denunciaba el mal manejo en la administración de los recursos municipales. “Los pueblos por lo general deben tener periodistas porque a la corrupción le fascina que nadie la cuestione, es feliz cuando nadie dice nada, y los pueblos están reducidos a quedar en la calle cuando hay dirigentes corruptos que se roban todo el presupuesto y más en un municipio tan rico como lo es Sabana de Torres”, adiciona Bretón. 

“Mario era una de esas personas entregadas a decir la verdad de lo que está sucediendo, y decir la verdad en estos municipios en situaciones en las que hay actores armados es un peligro. Decir la verdad es casi ponerse en la mira de un asesino”, afirmó su amigo. En una conversación con Mario, Bretón le había aconsejado que se fuera del municipio debido a que la situación era compleja y había muchas personas que criticaban el trabajo que realizaba. 

El 10 de julio del 2002, un día antes de la desaparición del periodista, algunos medios de comunicación de la zona habían manifestado su rechazo por la intimidación a la prensa local por parte de grupos al margen de la ley, y pedían que se respetara el derecho a informar de manera libre, veraz e imparcial. El 11 de julio se dejó de tener conocimiento sobre el paradero del periodista, y al día siguiente fue hallado su cuerpo con cuatro impactos de bala en la cabeza en un sector conocido como Los Pinos. 

Con la muerte de Prada, el diario Horizonte Sabanero desapareció y este territorio se sumó a la lista de los municipios más complejos para hacer periodismo en Colombia.  

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A sus 36 años el periodista y escritor, Juan Gabriel Caro Montoya, había recorrido el mundo en busca de historias para sus reportajes, investigaciones y libros. Hoy, recordamos su trayectoria tras 32 años de su asesinato a manos de desconocidos.

Desde muy joven, Juan Gabriel salió del país para educarse en el exterior en ciudades como París, donde residió por dos años; luego se trasladó Roma, Italia. Allí, con 19 años, encontraría la manera de fusionar su pasión por la escritura y la actualidad: el periodismo. En su labor periodística trabajó para los periódicos italianos Noi Donne e Il Secolo. También hizo parte de la Asociación de Corresponsales Extranjeros, de la Agencia Slide Comunicación y fue corresponsal en Medio Oriente.  

Su trayectoria en Colombia estuvo relacionada con medios como El Siglo y el periódico El Mundo de Medellín, Antioquia donde se vinculó como columnista.  Además de contar con una amplia carrera literaria con la publicación de varios libros entre los que destacan: Los lobos en el Vaticano : los personajes y la organización que atentó contra la vida del Papa Juan Pablo II, La pensión de Marisa, Las siete vidas del bandido Josefo y Viaje hacia el olvido .

En 1989, la violencia en Colombia lo hizo regresar al país para escribir una serie de reportajes mientras visitaba a su familia en el municipio de Bello, Antioquia. De ahí, el periodista esperaba viajar a Centroamérica para escribir su próxima novela. Sin embargo, el proyecto se apagó el 17 de junio de ese año, cuando Juan Gabriel fue atacado por dos sujetos que le dispararon desde una motocicleta mientras departía con su hermano en un bar. 

En 2009, el caso prescribió ante la justicia colombiana y nadie fue judicializado por el crimen. Por ello el caso quedó en completa impunidad y se desconocen cuáles fueron los motivos que llevaron al asesinato del periodista.

Nuestro equipo FLIP no tuvo la oportunidad de contactar con amigos o familiares de Juan Gabriel. Si usted conoce a alguien que haya compartido con él, puede escribirnos al correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

En la FLIP no olvidamos a los periodistas asesinados en el país y su preocupación por contar lo que ocurre en Colombia. 

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Rodrigo Vélez Toscano recorría los municipios del Valle del Cauca en busca de historias, trabajaba como periodista y corresponsal del periódico El Caleño. Hoy, hace 33 años, fue asesinado por desconocidos que le dispararon en el municipio de Caicedonia, Valle del Cauca.

Rodrigo era un periodista que perseguía las noticias de orden público  del departamento. De acuerdo con los reportes de la FLIP, el periodista falleció el 1 de junio de 1988 a causa de los impactos de bala. En el hecho también murió el vendedor de chance, Albeiro de Jesús Quintero. 

Hasta la fecha, se desconocen los motivos que llevaron a los sujetos, que ocultaron las armas debajo de sus ruanas, a atentar contra la vida del periodista. En 2008 el proceso quedó archivado. La fallas en el proceso de investigación, llevaron a que no se recolectaran pruebas suficientes, lo que llevó a que el caso prescribiera ante la justicia colombiana sin que nadie fuera judicializado por el crimen. 

Nuestro equipo FLIP no ha podido contactar con colegas o personas cercanas a Rodrigo. Si usted lo conoció o tiene pistas de quiénes pudieron haber tratado con él, puede escribirnos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

En la FLIP no olvidamos a los periodistas que han sido asesinados en el país y cuyos casos quedaron sin resolver ante la justicia.

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En Cali, Valle del Cauca, el camarógrafo y editor, Abelardo Marín Pinzón, solía recorrer las  calles en busca de imágenes que retrataran la realidad de los caleños. Abelardo fue asesinado el 27 de mayo de 1994, víctima del narcotráfico

Abelardo siguió los pasos de su padre en el periodismo y a sus 26 años, usó su cámara para mostrar y dar un respaldo veraz al contenido informativo de la productora Paranova y del canal Telepacífico. Sus grabaciones lograban captar desde la cotidianidad de la comunidad, hasta el narcotráfico y situaciones de orden público. 

A inicios de 1994 Abelardo logró una grabación en donde se veía cómo operaba el narcotráfico en la ciudad, incluso se llegaban a ver varios miembros de una de las bandas. Aparentemente habrían sido estas imágenes las que detonaron el asesinato de Abelardo, quien fue atacado por sujetos que le dispararon desde una moto el 27 de mayo de ese año.

Pese a los llamados que la FLIP hizo a la Fiscalía para esclarecer los hechos y avanzar en las investigaciones, el caso prescribió en el 2014. Los autores materiales e intelectuales no fueron identificados, por lo que nadie fue judicializado por el crimen de Abelardo. 

En la FLIP no olvidamos a Abelardo y a todos los miembros de los equipos periodísticos que dedican su vida a visibilizar y evidenciar las diferentes situaciones que rodean el conflicto colombiano.

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