Los medios públicos son un pilar de la convivencia democrática y cumplen una función fundamental en el ejercicio de la libertad de expresión y en la promoción de la diversidad cultural del país. Hay tres problemas centrales en el modelo actual que los rige en Colombia: gobernanza, sostenibilidad y legitimidad.
Para entender el primero, hay que saber que en el país existen once canales de televisión públicos: ocho regionales y dos nacionales (el tercer canal público es Canal Uno que en la práctica no se le considera público, porque la concesión de los espacios la tiene un solo operador). En todos los casos, la composición de sus juntas directivas tiene alta participación del Gobierno (el o la ministra, gobernadores y/o alcaldes y representantes de RTVC); mientras que la academia y la sociedad civil están en desventaja y no hay participación de productores o representantes del sector audiovisual. En general, las juntas de todos los canales tienen pocos miembros: Telepacífico es la más numerosa con doce y la que menos tiene es Teleislas, con cuatro. Si se tiene en cuenta la alta participación del Gobierno, se entrevé un agravante para la pluralidad e independencia. Los estándares de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) dicen que, “en tanto se ha reconocido que la libertad de expresión exige necesariamente una amplia pluralidad en la información, es esencial garantizar que estos medios públicos sean independientes del gobierno. Para la CIDH, la independencia de los medios de comunicación públicos contribuye asimismo a su credibilidad y legitimidad”.
Aquí puede consultar la revista Páginas para la Libertad de Expresión, edición #3.
La centralización y detrimento de la independencia de estos medios ha venido en aumento en los últimos años tras la aprobación de la Ley TIC 1978 de 2019 que eliminó a la Autoridad Nacional de Televisión (ANTV) y creó el Fondo Único de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (FUTIC). Además, se dieron cambios internos en el funcionamiento de los canales como en el caso de Señal Colombia, que modificó el Comité de Programación, que buscaba el cumplimiento de objetivos como la inclusión, el cubrimiento de posturas críticas y un mayor alcance de las audiencias, dejando las decisiones de contenidos en cabeza de la gerencia. Esta forma de gobernanza configura un riesgo de censura, ya que limita la autonomía del medio y abre la posibilidad a la interferencia editorial por parte de autoridades locales, regionales y nacionales. No está a tono tampoco con las recomendaciones de la Unesco ni de la CIDH que sugieren modelos de gestión con participación de diversos sectores, mecanismos de elección idóneos para sus organismos de gobernanza y un límite claro a los intereses políticos.
Ahora, frente a la sostenibilidad, la existencia del FUTIC supone un respaldo financiero para la radio y la televisión, sin embargo, aún cuenta con factores de riesgo que promueven la dependencia de los medios al MinTIC. Los más afectados son los canales regionales que terminan dependiendo de los gobiernos locales en términos económicos. Esto restringe la coproducción, la posibilidad de realizar proyectos y contenidos de largo aliento y de proponer una línea editorial separada de los intereses de las administraciones de turno. Si bien el Fondo asegura una base de recursos y distribución, no son suficientes para garantizar el funcionamiento ni para la creación de iniciativas duraderas. Como consecuencia se ven afectadas la visibilidad, el reconocimiento y la independencia de los medios.
La centralización de los recursos en un solo fondo controlado desde el MinTIC también tiene un impacto en la calidad y el tipo de contenidos que llegan a las parrillas de la televisión pública. El nuevo modelo supone convocatorias públicas de seis meses y entrega de proyectos en los otros seis meses del año, un tiempo muy corto para el sector audiovisual y una tercera parte del tiempo que tuvieron años atrás los mercados de coproducción.
El tercer problema es el de la legitimidad, que tiene que ver con la función que cumplen los medios públicos en una democracia, en la defensa del interés público y la construcción de ciudadanía. El papel de estos medios es importante para equilibrar la balanza de opiniones, percepciones y miradas sobre las identidades y la diversidad.
El imaginario frente a los medios públicos en Colombia es contradictorio. Hay programas de calidad que son premiados en los India Catalina o los TALTV, pero la influencia de los gobiernos han situado a otros cerca del poder y lejos de las audiencias que no ven en ellos la representación de la diversidad del país. Por lo tanto, poco se preocupa la ciudadanía por la defensa de la independencia de estos medios.
Datos que explican el mal estado de los medios públicos
- Las consecuencias de la inapropiada gobernanza se han hecho evidentes en casos de censura como el sucedido en 2019 cuando Juan Pablo Bieri, entonces gerente de RTVC, dió la orden de acabar con el programa “Los Puros Criollos” de Señal Colombia y de vetar a su presentador Santiago Rivas.
- Durante el 2021 hubo otros dos casos en canales regionales: el gobernador de Quindío, Roberto Jaramillo, presionó a varios periodistas de Telecafé Noticias por su manera de informar, y el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha interferido en las decisiones editoriales del canal público local Telemedellín. La incidencia de este último determinó la salida de la gerente Johana Jaramillo con alegatos de censura previa y el despido del periodista Hernán Muñoz, director del sistema informativo del canal.
- Dentro del marco regulatorio cabe señalar que: 1. No hay una misión o función social clara de los medios públicos que sea transversal al desarrollo y proyección de la industria de medios. 2. La fragmentación de los entes reguladores y la baja calidad en materia regulatoria no favorecen la autonomía ni la independencia de los medios públicos. 3. Existe un control directo del Gobierno sobre los órganos reguladores, el otorgamiento de licencias y la regulación de la radiodifusión, por lo tanto estos procesos no gozan de una independencia real. 4. Si bien existen operadores públicos como RTVC en donde convergen radio y televisión y órganos reguladores con funciones sobre los dos sectores, la legislación, los programas y las políticas aún están pensados e implementados de forma aislada en radio y televisión, sin correlaciones directas entre medios, plataformas, tecnologías y contenidos.
- El FUTIC también planteó acelerar el cierre de las brechas digitales pero la ausencia de una financiación específica para el ámbito digital hace de este planteamiento algo superficial.
- “Los medios públicos son la antípoda, o una respuesta a los medios privados en televisión. La televisión como está mediada por el tema económico hace que los contenidos, la forma en que éstos se presentan y su oportunidad, se definen a partir de intereses comerciales. Eso da una visión de país y de sociedad muy particular, parcializada y en algunos casos muy distorsionada. Ante esta realidad, surge la conciencia de fortalecer los medios públicos, de modo que se pueda completar el mosaico de la nacionalidad y de la opinión colombiana”: Germán Yances, investigador.